La entrega de Jesús (por uno de sus apóstoles)

 

En un trabajo anterior[1], se demostró que el complot de las autoridades judías para provocar el sacrificio redentor de Jesús tenía por finalidad la reinserción de la casa de Israel (las diez tribus perdidas del pueblo de Israel) y salvar a los gentiles que acepten la fe en el mediador entre D’s Padre y los hombres. Este complot, como ya también se vio, fue la forma de ejecutar una orden divina, dada en forma de profecía al Sumo Sacerdote: “… que Jesús debía morir por la nación y no solo por la nación, sino también, para congregar en uno a los hijos de D’s que estaban dispersos” (Jn.11:51-52). Se dijo, además, que en este complot participaron también Jesús y Judas Iscariote.

En este capítulo se va a demostrar que no solamente Jesús colabora con las autoridades judías, sino que también todos sus discípulos lo hacen. Ellos, en la última cena, no solo estaban al tanto de la necesidad de esta acción por parte de las autoridades judías, sino que colaboraron con la entrega de su maestro; y a Judas Iscariote le tocó desempeñar el rol principal.

La doctrina cristiana considera la entrega de Jesús a las autoridades judías como un acto de traición cometido por un discípulo malvado: Judas Iscariote, quien había decidido realizar este acto debido a sus malos instintos, ya por dinero (Mt. 26:14-16; Mr.14:10-11; Lc.22:3-6), o porque Satanás había entrado en él (Lc.22:,3; Jn.13:25-30) y lo había obligado a ejecutar la entrega que culminaría con la crucifixión de su maestro y líder espiritual.

Jesús domina a Satán, luego de haber superado sus pruebas (Mt.4:1-11; Lc.4:1-13), es decir que Jesús derrota al Diablo al no someterse a su poder tentador y es debido a esta situación que Satán se somete parcialmente a la voluntad de Jesús, actuando en contra de sus intereses, y provoca la entrega de este “entrando” en Judás Iscariote por acción directa de Jesús.

Por otra parte, en este capítulo se va a demostrar que todos los discípulos que participaron en la última cena mostraron predisposición para colaborar en la entrega de Jesús, no como un acto criminal, sino como una necesidad irrenunciable en el plan divino de redención.

Es necesario recalcar que aunque la tradición cristiana enseña acerca de una traición a Jesús, esta palabra no existe en este contexto en el NT, sino que solamente se habla de entrega, y esto no es un hecho casual. Hablar de traición es consecuencia de un entendimiento superficial y preconcebido de la enseñanza del NT[2]. (

 

Aquí se van a analizar los relatos de los Evangelios acerca de las actitudes de sus discípulos cuando Jesús les dice que uno de ellos lo va a entregar.

En el Evangelio de Mateo, se lee:

Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?  Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas, ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.  Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho. (Las negritas son del autor). Mt.26:20-25

Por su parte, Marcos reporta:

Y cuando llegó la noche, vino él con los doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? El, respondiendo, les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. (Las negritas son del autor). Mr.14:17-21

Según se lee en Mateo y Marcos, los doce comenzaron a interrogar respecto de si cada uno de ellos sería el que entregaría a Jesús. Extraña actitud en discípulos fieles a su maestro. Desde otro punto de vista, ¿acaso Jesús no sabía elegir discípulos? ¿Eligió Jesús a personas que, sin excepción, eran capaces de traicionarlo (desde el punto de vista ético)?

De estos relatos (de Mateo y Marcos) se pueden extraer dos posibilidades. La primera sería suponer que los doce constituían una banda de delincuentes egoístas que, por intereses personales, estarían dispuestos a entregar a su líder y maestro (tal como se acusó, y se lo sigue haciendo hasta el día de hoy, a Judas Iscariote). La segunda posibilidad consistiría en suponer que los doce estaban al tanto de la necesidad del sacrificio redentor de Jesús, y que, por lo tanto, sabían que debían colaborar en la entrega de su maestro.

Lucas también reporta que iba a ser entregado:

Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto. Lc.22:21-23. (La aclaración parentética y las negritas son del autor)

Teniendo en cuenta el relato de Mateo y Marcos, no se puede interpretar la discusión o el debate entre los discípulos como si se tratara de acusaciones entre ellos, sino como dice la versión griega de un debate, es decir, como especulaciones acerca de a quién de ellos le correspondería esta misión. Los discípulos entendían muy bien que se estaba frente a una tarea necesaria que, por supuesto, nadie quería realizar. Es por esta razón que en los evangelios nunca se habla de traición a Jesús, como lo hace la tradición cristiana, sino de “entrega”.

El Evangelio de Juan también informa acerca de la entrega de Jesús por parte de un discípulo y su consternación acerca de quién era el que lo habría de hacer:

Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos (incluso al diablo), y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.  Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos (Judás Iscariote ya tenía al diablo adentro; no obstante, Jesús lava también los pies de Judas Iscariote, lo que prueba que este discípulo también tendrá parte con Él, a pesar de que no haya estado limpio (Jn.13:2)). Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. No hablo de todos vosotros; yo sé a quiénes he elegido (Jesús tiene a sus elegidos entre los doce, que son, según la afirmación del propio Jesús, más de uno y menos de doce); mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su talón (עקב) (Sería éste uno de los elegidos de Jesús).  Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare (Aquí Jesús no estaría hablando de la misión general de los apóstoles, sino del envío de uno de ellos: “al que yo enviare”), me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. Él, entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.  Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto (¿nuevamente, es éste el que Jesús envió? En la Última Cena el único enviado es Judas Iscariote). Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche. Jn13:1-30 (Las aclaraciones parentéticas dentro de la cita y las negritas son del autor).

 

Es extraño el relato de Juan 13 con respecto a Judas Iscariote, ya que en 13:2 se lee que, al momento de la cena, el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote la orden de que lo entregase, y en 13:27 se lee que Jesús pone el bocado en la boca de Judas y que el diablo entra en él. Si bien este acontecimiento ocurrió durante la cena, en el primer caso tuvo lugar antes que Jesús lavase los pies de los discípulos, y en el segundo caso, después. La otra posibilidad sería que el diablo hubiese entrado en Judas durante la cena.

Prestando atención a los versículos 9 a 11, se llega a la conclusión que Judas Iscariote también tendrá parte con Jesús, pues, si bien aquel ya tenía al diablo adentro, Jesús igualmente le lava los pies. A fin de resolver la aparente contradicción entre 13:2 y 13:27, acerca del momento en que el diablo entra en Judas Iscariote, hay que fijarse que en 13:2, el diablo solamente pone en el corazón de Judas Iscariote la idea de que lo entregase. Será durante la cena cuando Satanás entre en Judas, o mejor dicho, sea puesto dentro de este discípulo por el mismo Jesús.

De acuerdo a lo arriba planteado, cabrían los siguientes interrogantes: si el diablo ya había puesto en el corazón de Judas la idea de que lo entregue a Jesús, ¿por qué Jesús en la cena pondría al diablo dentro de Judas para que lo entregue? ¿No será que Judas se resistía a pesar de la influencia del diablo, y, por lo tanto, fue necesario que Jesús se lo pusiera adentro? Si así hubiera ocurrido todo, podría decirse que en realidad fue Satanás y no Judas Iscariote quien entrega a Jesús.

De estas citas de los Evangelios resulta que no solamente el Sumo Sacerdote (Caifás) y, por su intermedio, algunos miembros del Sanhedrín conocían la necesidad de provocar el sacrificio redentor de Jesús, sino que también Pedro y el mismo Jesús lo sabían; al igual que sabían que parte del plan consistía en la entrega de este a las autoridades judías y luego a las romanas. Asimismo, también el resto de los discípulos con los cuales Jesús compartió la Última Cena se hallaba en conocimiento de lo que ocurriría, pero ninguno quería ejecutar la tan desagradable misión.

Si cada uno de los discípulos temía ser él quien fuera a entregar a Jesús, es porque sabían que esta era una misión imprescindible en el proceso de redención.

Si esta acción de entrega consiste en una traición, ¿cómo es que se interrogan si es uno de ellos mismos al que le tocaría cometer este acto criminal? ¿Es esta la clase de discípulos que fundan la Iglesia de los gentiles? ¿Es sobre esta débil y titubeante base sobre la que está fundada la Iglesia? ¿Dónde se ha visto discípulos que se cuestionen si habrá de ser uno de ellos el que vaya a entregar a su maestro? Lo que ocurrió es que todos sabían que se trataba de algo que imprescindiblemente debía suceder para que tuviera lugar el plan divino de redención.

Ya se ha visto que Jesús hablaba a las multitudes mediante el uso de parábolas, pero a los discípulos les explicaba el nivel esotérico de las Escrituras (por ejemplo, Mr.4:33-34) Es decir que los discípulos tenían conocimiento del sacrificio redentor de Jesús, pero comienzan a preocuparse cuando este debe ser llevado a la práctica y se exige la colaboración de por lo menos uno de ellos. De no haber sido que estaban al tanto de lo relacionado con el plan divino de salvación, los discípulos habrían defendido a su maestro aun a costa de su propia vida, lo que habría constituido un acto natural para cualquier judío de cualquier época; además, dadas las circunstancias del prendimiento de Jesús, no hubiera sido para ellos una misión imposible. De la misma manera, se podría haber optado por huir antes de la detención y no quedarse esperando a que vinieran a buscar a su maestro. Pero ellos sabían que no debían intentar salvar a Jesús a fin de que tuviera lugar la voluntad del Padre. No hay que olvidar que había dos espadas (Lc.22:38), y que de haberlo querido, podrían haberlas usado. Una de esas espadas estaba en poder de Pedro (Jn.18:10-11), que es el que le corta la oreja derecha al siervo del Sumo Sacerdote. El Evangelio de Juan aclara que el que le corta la oreja es Simón Pedro, a diferencia de los sinópticos que no dicen quién de los discípulos fue el que realizó este acto. No es la primera vez que Pedro, a pesar de que conocía el designio divino de la necesidad del sacrificio de Jesús, intenta salvar a su maestro, muy probablemente influenciado por Satanás:

Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Mt.16:23 (cf.Mc.8:33).

Se debe tener en cuenta que Satanás, aun dominado por Jesús, no había perdido toda su autonomía de acción y, cada vez que le era posible, actuaba según sus propios intereses.

El acontecimiento del prendimiento de Jesús, en donde este no solo no ofrece resistencia, sino que también impide actos de resistencia por parte de sus discípulos, y que la mayoría de estos no haya defendido a su maestro aun cuando hubieran podido hacerlo, sería una prueba fehaciente de que los doce discípulos tenían conocimiento del plan divino de salvación del mundo y se contuvieron de actuar, excepto Pedro, que actúa, nuevamente, contra la voluntad de su maestro. Siendo esto así, ¿por qué se acusa a Judas Iscariote, cuando es el principal colaborador de su maestro y de los planes divinos de redención? ¿Acaso Judas actuó de acuerdo a su libre albedrío? Además, con Satanás puesto e impuesto dentro de él, ¿qué autonomía de decisión podía tener? Judas Iscariote sabía que Jesús debía ser entregado, pero al resistirse a hacerlo tuvo que ser inducido a realizar el acto de la entrega.

Toda esta actitud de los apóstoles lleva a creer que estaban colaborando con la detención de Jesús y no oponiéndose a ella.

Como en el caso de Lucas (Lc.22:23), la redacción en el Evangelio de Juan plantea una ambigüedad cuando dice:

Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. (Jn.13:21-22).

De esta cita se pueden inferir dos posibilidades:

  1. Cada uno de los discípulos considera que esta declaración de Jesús no lo incumbe y duda de los otros discípulos. Si esto es así, se plantea un principio de desconfianza entre todos los hermanos allí reunidos, además de la ignorancia de la necesidad que su maestro sea entregado.
  2. Cada discípulo se incluye en la posibilidad de ser él el elegido para esta misión. Esta segunda interpretación coincidiría con la posición de los Sinópticos y sería coherente con la explicación sobre este tópico, o sea, que los discípulos conocían la necesidad de la entrega de Jesús a las autoridades para que fuera sacrificado y sabían que debían colaborar y evitar todo intento de resistencia de que Jesús fuera aprehendido.

Por otro lado, en la primera Epístola a los Corintios, Pablo dice:

Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 1Co.2:7-8.

Por otro lado, cuando Pablo habla del conocimiento esotérico de las Escrituras (1Co.2:7) que los “Príncipes de este mundo” ignoran, se refiere a los gobernantes idólatras que se oponen a los planes de D’s:

  1. Cuando dice que si hubieran conocido la “sabiduría de D’s”, “nunca hubieran crucificado al Señor de gloria”, aquí Pablo sigue refiriéndose al conocimiento de los romanos, puesto que los romanos no advirtieron que la muerte de Jesús tenía como fin la redención del mundo, es decir, la extinción de la idolatría (la romana, entre las demás).
  2. La prueba de lo arriba expuesto está en que el diablo se le aparece a la mujer de Poncio Pilatos en un sueño para que trate de evitar la crucifixión de Jesús, ya que las consecuencias de este acto significan para él su debilitamiento y su futura derrota final[3]

Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él.  Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Mt.27:19-20

  1. Pilatos todo el tiempo trata de liberar a Jesús de la crucifixión (por ejemplo, Lc.23:4; 13-16; Jn.18:31; 19:4-6,12. Hch.3:13-26, Hch.4:8-22 y 1Ti.6:13, etcétera).
  2. Jesús llama Satanás a Pedro cuando este quiere evitar su sacrificio: Mt.16:23 y Mr.8:33.

 

Cuando Jesús le dice a Pedro que ponga la vista en las cosas de D’s y no en la de los hombres, le está diciendo que fijarse en las cosas de este mundo dominado por Satanás significa que se está convirtiendo en este o en su sirviente, lo que, en última instancia, es lo mismo. Por otro lado, poner la vista en las cosas de D’s (por más dolorosas que sean) y hacer todo lo necesario para luchar contra Satanás significa servir no a “este mundo” sino al “mundo por venir” en el reino de D’s, tal como Jesús les dice a los fariseos.

  1. El liderazgo judío, por el don de la profecía del Sumo Sacerdote, complota (con la colaboración de Jesús) para provocar la muerte redentora del Justo (Jn.11:51-52), para la salvación de la casa de Israel y los gentiles y destruir la religión del Imperio.
  • Según esto, los judíos sabían muy bien lo que estaban haciendo, es decir, cumpliendo un mandato divino dado por profecía al Sumo Sacerdote Caifás y transmitido por él al resto de las autoridades judías. La entrega por parte del Padre (D’s) de su propio hijo (Ro.8:32) es ejecutada por Judas Iscariote; o mejor dicho, Satán, que ya estaba dominado por Jesús, es puesto por él dentro de Judas y es el que lleva a este a ejecutar la entrega en contra de sus propios intereses.

Los que no conocieron la real trascendencia de la crucifixión de Jesús fueron los “príncipes de este mundo”: el Imperio romano[4].

  • Las palabras de Jesús en la cruz, según el Evangelio de Lucas: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc.23:34), deben ser comprendidas en el contexto de 1Co.2:7-8, que se analizó anteriormente. Se insiste en que Jesús no se puede estar refiriendo a los judíos, puesto que era muy consciente de que los judíos sí sabían lo que hacían, o sea, estaban cumpliendo con una orden de D’s transmitida por el don de la profecía que tenía el Sumo Sacerdote, Caifás.

Por lo tanto, Jesús solo puede estar pidiendo perdón por los gentiles romanos que lo estaban escarneciendo en el camino de la cruz (Vía Crucis) y en la cruz misma.

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  • Judas Iscariote no puede ser considerado un traidor; al igual que el resto de los doce apóstoles, él tampoco sabía quién iba a entregar a Jesús. Podría haber sido cualquiera de ellos el que lo entregara. El elegido fue Judas quizá porque su nombre estaría representando a la tribu de Judá, y así se cumpliría también, la profecía de Mt.5:11-12.

Desde otro punto de vista, consideremos el caso de la declaración de Jesús expresada en Juan17:9-12. El texto dice:

Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.  Jn.17:9-12

  • Según leemos en el versículo 17:9, Jesús no ruega al Padre por todo el mundo, sino por el grupo específico que el Padre le dio. Según esto, el Padre no da a Jesús a todo el mundo, sino solo a parte de este. Esto no significa que toda aquella parte del mundo que no fue dada a Jesús por el Padre no se pueda salvar; lo harán si deciden convertirse a la fe monoteísta como está definido en Ro.10:9. La parte del mundo por la cual Jesús no ruega, está dividida en dos grandes grupos:

 

  1. a) Los judíos, que como se vio en Jn.10:26-27, no son ovejas de Jesús. Principalmente, porque los judíos están siempre con el Padre, como lo enseña la parábola del “hijo pródigo” en Lc.15:31; según la tradición cristiana el hijo mayor está identificado con los judíos, y este hijo está siempre con el Padre. Son también los judíos las ramas no desgajadas del buen olivo, Ro.11:17.
  2. b) Los gentiles que no son ovejas de Jesús (Jn.10). Posiblemente (o supuestamente) se refiere a los gentiles que no tienen la fe en Jesús, pero que cumplen con los siete mandamientos noémicos. Además, Jesús, indudablemente, tampoco ruega por los enemigos de D’s, que genéricamente son denominados cabritos y su destino es el infierno. Ya se vio que los judíos no son ovejas del rebaño de Jesús y que el camino de salvación de estos es por el cumplimiento de la Ley de Moisés, que deberán cumplir hasta la confirmación de la Nueva Alianza con la unión de las dos partes separadas del pueblo de Israel. No obstante, en Juan 17:20 leemos que los destinatarios de los ruegos de Jesús han aumentado en cantidad:

Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.

La expansión del grupo por los que Jesús ruega será consecuencia de la acción misionera de los apóstoles, cualesquiera que sean estos. De aquí, podría deducirse que el primer grupo que recibe del Padre son apóstoles, y más precisamente, los doce.

  • Aclarado esto, se va a analizar específicamente a Jn.17:12 (Sal.41:9):

Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

Según esta perícopa, si se interpreta que “el hijo de perdición” es Judas Iscariote, Jesús estaría expresando una contradicción, pues: “a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió”. (Ver también: Jn.13:8-11). Esta declaración incluye a Judas Iscariote que indudablemente es uno de los que Jesús recibió de D’s y, por lo tanto, no se podía haber perdido. Inmediatamente a continuación, el texto dice: “sino el hijo de perdición”. ¿Quién era este hijo de perdición? Evidentemente, no puede ser ninguno de los doce ni ningún otro de los que D’s dio a Jesús, puesto que, de acuerdo al texto, no se pierde ninguno. Por otro lado, es inconcebible que Jesús haya recibido del Padre al “hijo de perdición”. Por consiguiente, este “hijo de perdición no es ninguno de los que el Padre dio a Jesús.

  • Matías reemplaza a Judas Iscariote (que había muerto) y se convierte así en uno de los doce (Hch.1:26). Puesto que el reemplazo se realiza después de la muerte de Jesús y de Judas Iscariote, y cuando Jesús dice que no perdió a nadie de los que recibió del Padre, está incluyendo a Judas Iscariote. E incluso, Jesús dice esto antes de ser entregado por Judas. Y nunca llama a Judas “hijo de perdición”; más aún, “el hijo de perdición” ya estaba definido por Jesús antes de que Judas lo entregara.
  • Aquí, habría que reflexionar acerca de por qué Judas se suicida teniendo en cuenta, por un lado, que él conocía que la entrega de Jesús era una condición necesaria para la redención de Israel y del mundo, o sea, que esta entrega consistía en un acto acorde al plan divino de redención, y, por otro lado, Judas sabía muy bien que el suicidio es un acto condenado por la ley mosaica, y que lleva a la perdición de la persona. La única razón que pudo haber llevado a Judas a cometer este acto, y, sobre todo, la forma en que lo hizo, fue desencarnar a Satán que estaba dentro de él.
  • Como ya se vio, en este caso Satán actuó en contra de sus intereses; Satán está dominado por Jesús y responde a sus órdenes y a su voluntad.
  • El “hijo de perdición”, según lo arriba analizado, es el que entrega al Hijo del Hombre (Mt.26:24). Herodes es el tetrarca que entrega a la muerte a Juan el Bautista, y este es un acto criminal a todas luces, mientras que la entrega de Jesús que realiza Judas Iscariote es para cumplir con una misión personalmente trágica (con todas las proyecciones también trágicas, que como consecuencia de este acto, tuvo que sufrir el pueblo judío), pero sirviendo al proyecto divino de salvación de Israel y del mundo.

En síntesis :

  • Este tema es otro ejemplo de cómo se complementan las distintas partes del NT, a fin de exponer una comprensión integral de las SE, en un modelo cognitivo, que no posea contradicciones internas. En la epístola a los Romanos 8:32 se lee:

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Ro.8:31-34

Según esta perícopa, es D’s mismo el que entrega a su Hijo. Judas Iscariote hace lo propio con la entrega de Jesús. En este sentido, la entrega de Jesús es compartida por D’s y por Judas Iscariote. Existe una entrega en el cielo por parte de Jesús y la entrega en la Tierra por parte de Judas Iscariote.

  • La entrega de arriba es el cumplimiento de la profecía del Sumo Sacerdote Caifás acerca de la necesidad de la muerte de Jesús:

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.  Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Jn.11:49-52

  • Los doce discípulos que estaban con Jesús en la última cena conocen el plan divino acerca de la necesidad de entregar a Jesús, y colaboran con este designio divino.
  • ¿Qué quiere decir el apóstol cuando afirma que D’s entregó a su propio hijo (Ro.8:31-34)? ¿A quien lo entregó? Aquí ya no existe paralelismo con el sacrificio de Isaac, puesto que Abraham entrega (al sacrificio) a su hijo como holocausto a D’s y por orden de D’s (Gn. 22:1-2).

En el caso de la entrega de Jesús por parte de D’s, su Padre, no ocurre lo mismo pues este no puede entregárselo a Él mismo. Es a otro personaje a quien Jesús es entregado. Y este personaje es Satanás: el Padre se lo entrega para que Jesús sea tentado.

Puesto que Jesús no cae en ninguna de las tentaciones (Mt.4:1; Mr.1:13 y Lc.4:2), sino que supera todas las pruebas puestas por el diablo (a diferencia de Adán); este queda desarmado (ya que usó todas las posibilidades y poderes de tentación que su rol de tentador le otorgaba). Y fue dominado por Jesús, aunque no totalmente, puesto que si bien ya no tiene poder sobre Jesús mismo, lo sigue teniendo contra los hombres. La lucha actual ya no es por el alma de Jesús, sino por el alma del hombre.

Satanás (el tentador) trata de hacer perder la fe de los hombres en D’s Creador, Redentor y Rey de estos. En este sentido se debe valorar la fe de Abraham (y de Isaac) y de Jesús. Según el relato bíblico, el que pone a prueba la fe de Abraham es D’s mismo y en el caso de Jesús sería Satán, como en el caso de Adán. Sin embargo, esta es una deducción aparente, ya que en el caso de Jesús es el mismo D’s el que entrega a Jesús para ser probado y lo mismo ocurre en el caso de Adán. En última instancia es D’s el que prueba a sus hijos, ya sea directamente o por intermediarios. La pasión y muerte de Jesús no es una prueba para Jesús (que ya había pasado la prueba de purificación), sino que tiene por finalidad rescatar, o sea, morir en lugar de la pecadora casa de Israel, a fin de que pueda ser reinjertada en el “buen olivo” que es el pueblo de Israel. En hebreo, para significar rescatar se usa el verbo “lejaper”; también, el sustantivo “kapará”, que en realidad significa dar algo o sacrificar algo para perdón de uno o varios pecados.

  • La función del tentador consiste en hacer perder la fe en el D’s Padre y puesto que “no se puede ser siervo de dos amos” (Mt.6:24; Lc.16:13), en la medida que Satán hace perder la fe en el D’s Padre y, más concretamente, en el cumplimiento de sus mandamientos, se deja de servir a D’s y se pasa a servir al diablo (el tentador). El pecado original consiste en haber caído en desobediencia del mandato divino y en la aceptación de la proposición del diablo; es decir, se pasa a servirlo.
  • En última instancia, lo que Satanás propone al hombre es que deje de creer en D’s a cambio de placeres momentáneos de este mundo, lo que lleva en última instancia al riesgo desproporcionado de la pérdida del mundo por venir.

 

 

 

 

[1] Véase Ben Arye, A. Yoel, El rol de las autoridades judías en la muerte de Jesús; una revalorización, cap.4. Dunken,. Segunda edición, Buenos Aires, 2013.

[2] Se aclara que el verbo que el NT utiliza tiene una traducción preferencial por el significado de “entregar”, ya que existe un verbo específico cuyo significado es traicionar.

[3] Si bien el NT no dice que Satán haya sido quien se le apareció en sueños a la mujer de P. Pilatos, recordar que en el trabajo anterior expuse que tengo la foto de un grabado de la Edad Media que comprueba la existencia de una tradición cristiana que confirma esta idea.

[4] Véase Ben Arye, A. Yoel, op. cit. cap. 4.

 

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