Joseph Ratzinger, quien fue el papa Benedicto XVl, escribió lo siguiente:
En 1929, Erik Peterson, en su artículo sobre la Iglesia – un artículo que todavía hoy bien vale la pena leer-, sostenía que la Iglesia existe sólo bajo el supuesto de que “los judíos, como pueblo elegido de Dios no han aceptado la fe en el Señor”. Si hubieran aceptado a Jesús, “el Hijo del Hombre habría vuelto y el Reino mesiánico, en que los judíos habrían ocupado el puesto mas importante, habría tenido su inicio” (Theologische Trakt., p.247). Romano Guardini ha acogido y modificado esta tesis en sus obras sobre Jesús. Para él, el mensaje de Jesús comienza claramente con la oferta del Reino; el “no” de Israel habría provocado una nueva etapa en la historia de la salvación, a la cual pertenecen la muerte y la resurrección del Señor, así como la Iglesia de los gentiles”.[1]
De acuerdo a esto, se está, implícitamente, responsabilizando a los judíos de retrasar la redención, ya que según Peterson: Si hubieran aceptado a Jesús, “el Hijo del Hombre habría vuelto y el Reino mesiánico… habría tenido su inicio” y según Guardini: el “no” de Israel habría provocado una nueva etapa en la historia de la salvación, a la cual pertenecen la muerte y la resurrección del Señor, así como la Iglesia de los gentiles” , aquí Guardini extrapola a Peterson ya que el “no” de los judíos, no solo retrasa la redención provocando una nueva etapa en la historia de la salvación, sino que también este “no” de los judíos es el causante de la muerte y resurrección del Señor. Según esto, Benedicto XVl, inconscientemente o no, al citar a estos autores, se manifiesta de acuerdo con la culpabilidad judía en el sacrificio redentor de Jesús. No obstante, no es el objetivo de este capítulo discutir la tradición de la Iglesia con respecto a la responsabilidad judía en el sacrificio de Jesús y en el retraso de la redención, sino demostrar que mientras se siga sosteniendo que la misión de Jesús consiste en la salvación de los judíos por medio de la fe en Él y la negación de estos en aceptar este mensaje redentor, se está aceptando implícitamente que Jesús de Nazaret fracasó en su misión.
Se pasará, ahora, a considerar la ya tantas veces citada declaración de Jesús en nuestros trabajos (Mt.15:24). Sin embargo, desde esta nueva perspectiva, servirá para comprender el reconocimiento implícito, por parte de la teología cristiana, acerca del fracaso de Jesús de Nazaret en su misión. Ciertamente, no es esta la posición de este autor, que ha tratado de demostrar a lo largo de su trabajo, el éxito de Jesús en su misión.
En el Evangelio de Mateo se lee:
Él respondiendo (Jesús), dijo: No soy enviado sino (o, únicamente) a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Mt.15:24
La interpretación cristiana del citado versículo consiste en que Jesús tiene por misión llevar a los judíos a una fe distinta a la de la ley que Moisés entregó en el Sinaí al pueblo de Israel, es decir, llevar a los judíos a la creencia en un intermediario entre estos y D’s: en Jesús mismo, tal como figura en Ro.10:9, como condición para su salvación. Pero, que luego de su rechazo por parte de los judíos, Jesús decide dirigirse a los gentiles para transmitirles su mensaje de redención, o sea, cambia al público al que originalmente habría sido enviado. Más aún, si se lee correctamente la forma en que Jesús expresa su misión en Mt.15:24, se debe entender que esta se halla implícitamente entregada por D’s y que es Él quien lo envía a su misión. Cuando dice: no soy enviado, sino…, se debe entender que Jesús es enviado por D’s mismo a esta misión y no a otra gente que reemplazaría al grupo original de su aparente misión: los judíos o el pueblo judío. Se debe también, tener en cuenta, que este pasaje de Mt.15:24 es el único en todo el NT en donde D’s mismo es el que envía a Jesús a esta misión. Con otras palabras, esta es la misión principal y más importante de todos los otros deberes que Jesús se adjudica a lo largo de los cuatro Evangelios, y es de esta misión de donde se derivan todas las demás.
Según la interpretación tradicional, el rechazo de los judíos a su mensaje significa el fracaso de su misión, que fue entregada por el mismo D’s, y el dirigirse a los gentiles como consecuencia del rechazo de estos no disminuye el fracaso de su objetivo principal, o sea, adjudicarse una misión que, en principio, no habría sido dada por D’s. Esta es la conclusión a la que obligadamente se arriba según la interpretación tradicional cristiana.
El cristianismo en general nunca ha reconocido explícitamente este fracaso que, sin embargo, está implícito en la interpretación que este hace de la definición de la misión de Jesús y que tiene también como consecuencia toda la teología antijudía desde los orígenes mismos del cristianismo.
Una de las razones que ocultan el “fracaso” de Jesús, que surge de la interpretación de las Escrituras por parte de la Iglesia, está en que los teólogos siempre se fijaron en el fracaso del supuesto objeto y nunca se cuestionaron acerca del fracaso del sujeto. El cristianismo siempre ha interpretado este fracaso focalizando al objeto (los judíos) y nunca cuestionó al sujeto (el mismo Jesús), o sea, los judíos son los culpables de este rechazo, y no conciben que Jesús haya fracasado.
Otra razón por la cual se arriba a esta conclusión está en que la interpretación teológica de las S.E., hasta hoy, está basada en una hermenéutica que trabaja en “clave de dos”, es decir, la división de la humanidad en judíos y gentiles.
No obstante, si se leyeran las S.E., como sería lo correcto hacer, en “clave de tres”, o sea, casa de Judá (los judíos), casa de Israel (las diez tribus perdidas de la casa de Israel) y gentiles, se resuelve la problemática del fracaso de Jesús y se llega indudablemente a la conclusión opuesta, es decir, Jesús de Nazaret no fracasó sino que tuvo éxito en su divina misión. Las “ovejas perdidas de la casa de Israel” a las que Jesús viene a buscar consisten en las diez tribus perdidas del reino de Israel que se encontraba al norte del reino de Judá, y del cual los judíos de hoy son descendientes. Según esto, Jesús, definitivamente, no viene a buscar a los judíos ni a sacarlos del cumplimiento de la ley de Moisés:
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. Mt.5:17-18
Préstese atención a que si bien Jesús anuncia también que no viene a abrogar la Ley, sino a cumplirla (o cualquier otra traducción que se haga de esta última palabra), esta afirmación no la hace como enviado del Padre, sino como una conclusión lógica de la comprensión de su misión. Teniendo en cuenta que “el cielo y la tierra” aún no han pasado, la ley sigue vigente en su totalidad, aunque para los judíos únicamente.
Otra importante observación que se debe hacer acerca del éxito de Jesús en su misión consiste en que lo arriba analizado conduce a una comprobación más acerca de la existencia de dos caminos de salvación. El no reconocimiento de la existencia de dos caminos de salvación conduce irremediablemente a la conclusión acerca del fracaso de Jesús en su misión.
Un ejemplo del reconocimiento implícito (e inconsciente) del fracaso de Jesús en su misión está en la explicación de esta teología tradicional por parte de un teólogo que relata la no aceptación de Jesús por parte de los judíos:
Cuando (los primeros discípulos) comprobaron que el pueblo judío como tal no aceptaba la persona y el mensaje de Jesús, las comunidades cristianas se fueron distanciando de él. Abandonando las prácticas de la antigua ley, van surgiendo en su seno formas propias de vida y de culto, que le van configurando como el Israel nuevo de los últimos tiempos. …Este proceso de desprendimiento del pueblo judío fue provocado de forma especial por la apertura del cristianismo a la gentilidad, de acuerdo con el universalismo del mensaje de Jesús. …El proceso de distanciamiento, culminó con la destrucción del Templo en la guerra judía en los años 66-70, con lo que el judaísmo perdió su centro religioso. Para la naciente cristiandad, el centro del nuevo Israel dejó definitivamente de ser Jerusalem para desplazarse a Roma, donde murió Pedro, martirizado por la fe. A partir de entonces la historia de la Iglesia tiene a Roma como centro del nuevo pueblo de D’s [2]
Desde otro punto de vista, se debe entonces considerar que si Jesús no fracasó en su misión y existen dos caminos de salvación, la redención es una y única para los que transitan por ambas sendas, o sea, para las dos partes del pueblo de Israel (la casa de Judá ¬los judíos¬y la casa de Israel) y los gentiles (los cristianos).
Se recuerda, en el contexto de este capítulo, que cuando D’s envía a Jesús de Nazaret a buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, no se refiere a los judíos, sino, a las diez tribus perdidas del pueblo de Israel, que al ser dispersadas por el Imperio Asirio en el 722 aC., perdieron toda su identificación nacional y religiosa. Los judíos, si bien también fueron llevados al exilio en varias oportunidades, no perdieron su identidad nacional. Este tema ya fue tratado con extensión en el trabajo anterior.
Otra forma de ilustrar el éxito de Jesús en su misión está en el análisis del capítulo 10 del Evangelio de Juan, muy explícito acerca de la existencia de tres rebaños diferentes y de que Jesús es pastor solamente de dos de ellos.
El capítulo 10 del Evangelio de Juan enseña acerca de dos caminos de salvación, o sea, uno para los gentiles y la casa de Israel (las diez tribus perdidas) y otro para los judíos o casa de Judá. La forma alegórica con la que Juan relata la existencia de dos caminos lo hace llamar ovejas a los que van a ser salvados (y redimidos), tal como enseña Jesús en Mt.25:31-34; 41, pero esta vez Juan se encarga de distinguir entre los diferentes tipos de ovejas y especialmente, entre los dos caminos de salvación para estas. Aquí, Jesús, fehacientemente, está declarando acerca de su rol de pastor para dos tipos de ellas y afirma que no es pastor para el tercer grupo: los judíos.
Dada la importancia de este capítulo de Juan, se lo va a analizar en su totalidad:
De cierto, de cierto os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama su por nombre, y las saca. (Las negritas son del autor)
Según esto, Jesús es, al mismo tiempo, el pastor y la puerta de sus ovejas, o sea, no de todas las ovejas. Es decir, existen ovejas que no son de Jesús y que Él no pastorea.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. (Las negritas son del autor)
De aquí se entiende que no todas las ovejas son del pastor Jesús, puesto que sus ovejas reconocen su voz y él inclusive las llama por su nombre. ¿Quiénes son los “extraños”?
Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles:
De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
Aquí se aclara que los extraños son ladrones y salteadores, o sea, idólatras (¿también gnósticos?) que quieren robar (o reclutar) a las ovejas para sí mismos.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Nuevamente aquí se autodefine como puerta y como pastor.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor, y el buen pastor su vida da por las ovejas.
Aquí resulta claro que Jesús muere (da su vida) únicamente por sus ovejas, es decir, por la casa de Israel y de los gentiles que se le agregan. No obstante, ya se vio en el trabajo anterior que la muerte del Justo es para rescate y redención de todo Israel e inclusive del mundo.[3]
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa (¿los asirios?) Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen… (El interrogante parentético y las negritas son del autor)
Otra vez se refiere a un grupo específico de ovejas: las suyas, y no a todas las ovejas, o sea, que existen ovejas de las cuales Jesús no es su pastor. Inmediatamente después, Jesús reporta acerca de otro grupo de ovejas, que también le pertenecen:
Así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Las negritas son del autor)
Aquí se refiere a los gentiles, es decir, a las ramas del olivo silvestre de Ro.11:13:17-21; 24-25, de la alegoría de Pablo. Una vez definidos estos dos grupos, Jesús continúa su discusión con los judíos, diciendo:
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís? Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos? Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación (Janucá)[4]. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. (Las negritas son del autor)
Según la expresión: “como os he dicho”, se debe inferir que esta no es la primera vez que Jesús les dice a los judíos que Él no es el pastor de ellos.
Ciertamente los judíos (o más precisamente la casa de Judá) no creen en Jesús porque no son de sus ovejas, es decir, Jesús no tiene por misión a los judíos, o con otras palabras, D’s no envió a Jesús a salvar a los judíos. No obstante, son ovejas, pero, que no pertenecen al rebaño de Jesús. Aquí se deben aclarar dos cuestiones:
- a) que el no pertenecer a los rebaños de Jesús, no les hace perder la condición de ovejas, o, más claramente, no se convierten por esto en “cabritos”, como se explicó en el trabajo anterior[5];
- b) puesto que son ovejas, deben necesariamente tener un pastor para no convertirse de esta manera en ovejas descarriadas.
El profeta Zacarías reporta acerca del Pastor de la casa de Judá:
Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra. De él saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él también todo apremiador. Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová estará con ellos; y los que cabalgan en caballos serán avergonzados. Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré.Y será Efraín como valiente, y se alegrará su corazón como a causa del vino; sus hijos también verán, y se alegrarán; su corazón se gozará en Jehová.Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido; y serán multiplicados tanto como fueron antes. Zac.10:3-8 (La negrita es del autor)
En 10:6, D’s hará volver a la casa de Israel las diez tribus perdidas. Aquí no se habla de la vuelta de la casa de Judá al seno de D’s, puesto que esta casa está todo el tiempo pastoreada por el Santo Bendito Sea.
Otra demostración, por ejemplo, de que la casa de Judá está siempre con D’s se encuentra en la profecía de Ezequiel 37:19, en donde el palo de la casa de Judá está siempre en la mano de D’s. En esta ocasión D’s toma de su exterior el palo de José para unirlo con el palo de Judá que está en su mano.
Continuando con Jn.10:
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
Aquí, Jesús está citando el Sal.82:6
Yo dije: Vosotros sois dioses. (Elokimatem)
Y todos vosotros hijos del Altísimo. (Las negritas son del autor)
Cuando Jesús les dice a los judíos “Vuestra ley”, se refiere a la Torá o Pentateuco, no obstante, esta declaración no pertenece al Pentateuco, sino al Salmo 82:6. Probablemente el evangelista se está refiriendo a Éx.4:22: “Israel mi hijo, mi primogénito” y a Dt.14:1: “hijos sois de J” vuestro D’s” .[6]
En la parte final del capítulo se lee:
Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. Procuraron otra vez prenderle, pero él se escapó de sus manos. Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en él allí. Jn.10:35-42 (Reina Valera 1960)
Como ya se explicó en el trabajo anterior, el pastor de la casa de Judá es el Señor de los Ejércitos, tal como escribe el profeta Zacarías 10:3-8.
Otra enseñanza de Jesús, que debe ser considerada en este contexto y que está relacionada con el escuchar a Jesús para pertenecer (ser de) a la verdad, está expresada en Jn.18:37:
El que es de la verdad oye mi voz.
Aquí el Evangelio de Juan plantearía una contradicción entre Jn.18:38 y Jn.10:26, que es importante analizar y resolver.
En Jn.18:37 se lee:
Le dijo entonces Pilatos: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. (Las negritas son del autor)
Como acotación al margen, se aclara que en este interrogatorio se encuentran Jesús y Pilatos solos.
El pasaje bíblico citado estaría en contradicción con otra declaración de Jesús en el capítulo 10 del mismo libro que dice:
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho..Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. (Jn.10:24-28) Las negritas son del autor.
Según esto, el capítulo 10:26-27 se contradice con el capítulo 18:37, ya que, si para pertenecer a la verdad solo es necesario oír la voz de Jesús, estamos frente a un acto voluntario de cada individuo, independientemente de que sea gentil o judío. Sin embargo, por otro lado, en Jn.10:26:27, Jesús les dice a los judíos que ellos no lo oyen porque no son de sus ovejas, puesto que sus ovejas oyen su voz y le siguen. La contradicción, pues, se halla en que para conocer la verdad se debe oír la voz de Jesús, y a esto lo pueden hacer solamente sus ovejas; por consiguiente, los judíos que no son ovejas de Jesús estarían impedidos de ser de la verdad, o sea, conocer la verdad. Según esto, los judíos que no oyen la voz de Jesús, ¿no son de la verdad (o sea, no conocen la verdad o lo verdadero)?, si esto fuera así, se estaría ya en contradicción con varias partes del AT y del NT; por ejemplo: Zac.10:4, Ez.37:19, Jn.4:22, Lc.15:37, etcétera.
Puesto que las dos declaraciones son correctas (y verdaderas, valga la redundancia) y no contradictorias se debe buscar una explicación que haga coherentes estos pasajes de Juan. Esta demostración consiste en considerar que Jn.18:37 está refiriéndose al conocimiento de la verdad a todas sus ovejas u ovejas potenciales, es decir, al mundo. Por su parte, los judíos están no solo eximidos, sino que no deben escuchar su voz para conocer la verdad, por dos motivos: 1) porque no son de sus ovejas (Jn.10:26) y 2) porque los judíos están siempre con el Padre (Lc.15:31), que es la fuente de la verdad (HaEmet), que en la tradición judía es el sello de D’s (por ej. Biurei HaHagr”a, sobre Tikunei HaZohar, tikun22). Por consiguiente, estos no pueden ser de la verdad solo por oír la voz de Jesús, ya que ellos están siempre con el Padre por hallarse bajo la Ley de Sinaí.[7]
Por otro lado, en el libro de Éxodo se lee:
Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy Jehová; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes;
y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo Jehová. Éx.6:6-8 (Las negritas son del autor)
Según este texto del Libro de Éxodo, D’s promete a los hijos de Israel la liberación de la esclavitud de Egipto; los convertirá en su pueblo y Él será D’s de ellos, y, como consecuencia de este acto liberador, el pueblo de Israel sabrá (o con otras palabras, conocerá la verdad) que J” es el Dios de Israel.
Más adelante, durante el Éxodo, el pueblo confirmará esta pertenencia con la aceptación de la Ley que Moisés entrega al pueblo en el Sinaí.
Así, por ejemplo, en Levítico se lee:
Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. Comeréis lo añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo. Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Lv.26:9-12 (cf. Dt.27:29; 29:13) Las negritas son del autor.
Como ya se vio, la casa de Israel (las diez tribus perdidas a las que Jesús es enviado a buscar, como Jesús declara) dejó de ser pueblo de D’s al ser echada y recibir “carta de repudio”, como se explica en la profecía de Jeremías:
Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá. Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. Jer.3:7-8
Según esto, solamente la casa de Judá (los judíos de hoy) mantiene el status de hija de D’s. No obstante, los que retornan a la fe monoteísta por la intermediación de las enseñanzas y sacrificio redentor de Jesús de Nazaret, o sea, la casa de Israel y los gentiles que se le agregan, recuperan el status de hijos de D’s que es condición necesaria para poder unirse con la casa de Judá en el fin de los días y realizar el Nuevo Pacto (Jer.31:31), en la tierra de Israel, de acuerdo con la profecía de Ezequiel 37:15-28.
Sobre este tema existe una muy importante profecía en el AT que es importante recordar:
Así dice Jehová: »Yo he restaurado a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, monte de Santidad.Así ha dicho Jehová de los ejércitos:»Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con un bastón en la mano por lo avanzado de su edad. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas
»Así ha dicho Jehová de los ejércitos: »Yo salvo a mi pueblo de la tierra del orientey de la tierra donde se pone el sol; los traeré y habitarán en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios en verdad y en justicia. Mas ahora no haré con el resto de este pueblo
como en aquellos pasados días, dice Jehová de los ejércitos. Porque habrá simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra, su producto, y los cielos, su rocío; y haré que el resto de este pueblo posea todo esto. Y así como fuisteis maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición.¡No temáis! ¡Cobrad ánimo! Zac.8:3-5; 7-8; 11-13. (Las negritas son del autor).
Como se puede observar en la realidad histórica de nuestros días, una parte importante de esta profecía, en lo que concierne a la ciudad de Jerusalén, se está cumpliendo a ojos vista. Después de dos mil años, la vid está dando sus frutos, la tierra su producto, etcétera. No obstante, debe tenerse en cuenta que esto está sucediendo, por ahora, con la posesión de la Tierra solamente por la casa de Judá. Falta todavía el comienzo del regreso de la casa de Israel (aunque ya se pueden ver algunas pequeñas señales del comienzo de este proceso).
[1] Joseph Ratzinger, Jesús de Nazaret (Desde la entrada a Jerusalén hasta la Resurrección) Ed.Planeta y Ed.Encuentro, Madrid, 2011, pág.146.
[2] P. Domínguez Castañeda, «El Pueblo de Dios», en Sois Iglesia. Varios autores, Ediciones Cristiandad. Madrid. 1983. Págs.28-30.
[3] Yoel Ben Arye Dos caminos una redención. Ed. Dunken. Bs. As. 2013. Págs.81-82.
[4] Aclaración al margen: exceptuando los Libros de los Macabeos y quizás, también, los escritos de Flavio Josefo, esta referencia de Jn.10:22 es el testimonio más antiguo de la celebración de Janucá en el judaísmo. Aclaración realizada en el NT en hebreo, de la BibleSociety in Israel. 1999
[5] A.Yoel Ben Arye. Ibid
[6] De aquí se entiende que Jesús identifica a los judíos y a sí mismo con el nombre divino de Elokim. Este nombre es también usado para ángeles y jueces, y, según la cábala, es un nombre divino que caracteriza la manifestación del rigor divino y no de la gracia. Por otro lado, en este contexto, no puede referirse a la condición de Jueces, puesto que Jesús mismo declara que Él no viene a juzgar. Asimismo, el Mesías hijo de David será como el rey Salomón hijo de David, que tiene como principal característica la de juzgar. (Recordar, que según la tradición judía, los reyes de Israel no dependen, únicamente, de la Ley de la Torá {Halajá} para juzgar, sino que pueden hacerlo según su propio criterio y responsabilidad. Tal el caso del rey Salomón, cuando manda partir al bebé para averiguar quién es la verdadera madre: esta orden real no está en la Ley de Moisés.
[7] A.Yoel Ben Arye. Ibíd., capítulo 8, págs.179-188.