En busca de las diez tribus perdidas de la casa de Israel, según la tradición judía  

Como consecuencia de su pecado de idolatría, D”s expulsa a la casa de Israel en tanto miembros de su pueblo. El profeta Jeremías lo expresa muy claramente:

[…] a causa de todos los adulterios que había cometido la casa de Israel, la despedí dándole carta de repudio, cosa que no temió su hermana, la desleal Judá, sino que ella también fue y cometió adulterio. (Jer. 3, 8)

Es necesario tener siempre presente que, a diferencia de únicamente la casa de Judá –a pesar de que esta también cayó en la idolatría-, la casa de Israel recibió el repudio de D”s. Al ser dispersada entre los distintos pueblos que formaban el Imperio Asirio, no sólo perdió su identidad nacional sino también su pertenencia a la religión de Israel.

Se debe considerar que, de acuerdo con la ley rabínica (halajá)[1], una mujer que recibe la carta de repudio por adulterio (la idolatría es la forma de cometer adulterio con respecto a D”s) no puede volver con su marido. Sin embargo, D”s todopoderoso tiene la potestad de hacer retornar la casa de Israel al pueblo, que se encuentra reducido a la casa de Judá. Pero el retorno no se produce ya de acuerdo con la Ley (o sea, por derecho) sino dispensándole su gracia. Esta otra posibilidad sólo podrá darse con el inicio de una nueva etapa en la historia de la redención de Israel: se trata del comienzo de los así llamados «dos mil años mesiánicos», cuyos momentos finales, según enseña el Talmud, se cursan hoy en día.

En el Talmud Babli (Talmud de Babilonia), se lee:

Como lo enseñó Rabí Eliahu: seis mil años existe [o de existencia para] el mundo: dos mil de caos, dos mil de Torá, dos mil de los días del Mesías.[Estos seis mil años comienzan con la expulsión de Adam del Jardín del Edén y finalizarían, a más tardar, con la redención final en el año 6000].[2]

Indudablemente, el comienzo de los dos mil años mesiánicos no significa el fin de la senda de la redención a través del cumplimiento de la Ley (la Torá y las mitzvot), sino que agrega la posibilidad de salvación por una vía diferente para quienes estaban condenados por la Ley, o sea, las diez tribus perdidas de la casa de Israel y los gentiles que nunca habían cumplido los siete mandamientos de Noé durante el período en curso.

Estas frases introductorias tienen por finalidad formular un planteo conceptual que debería estar presente en todo intento de “búsqueda” o investigación para determinar en qué lugares se encontrarían las diez tribus, en qué condiciones estarían y cómo se podría colaborar con la obra de D”s haciéndolas retornar al resto del pueblo de Israel (la casa de Judá). Jeremías profetiza que la casa de Judá deberá salir en busca de la casa de Israel a la “tierra del norte”:

En aquellos días la casa de Judá irá a la casa de Israel, y vendrán juntas desde la tierra del norte a la tierra que os he dado por herencia a vuestros padres. (Jer. 3, 18)

 La unión de la casa de Judá con la casa de Israel no es un simple elemento constitutivo del plan divino de redención, como quizás podría inferirse de la profecía de Ezequiel sino una condición sine qua non.

Así dice D”s el Eterno: “He aquí que tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde fueron, y los reuniré de todas partes, y los traeré a su propia tierra; y haré de ellos una nación en la tierra, sobre las montañas de Israel, y un rey será rey de ellos, y no serán más dos naciones, ni estarán más divididos en dos reinos […] Además haré un pacto de paz con ellos. Será un pacto eterno con ellos, y los estableceré y los multiplicaré, y pondré Mi Santuario en medio de ellos por siempre. Mi morada será sobre ellos, y Yo seré su D”s, y ellos serán Mi pueblo. Y las naciones sabrán que Yo soy el Eterno que santifica a Israel, cuando Mi Santuario esté en medio de ellos por siempre.” (Ez. 37, 16-28) [La negrita es del autor]

También la literatura rabínica confirma esta condición previa a la redención, no sólo de Israel sino de todo el mundo. En el midrash Yalkut Shimoni se lee:

Con respecto a la interpretación de la expresión «Todos vosotros estáis hoy presentes» (Dt. 29, 1). ¿Cuándo? Cuando todos vosotros seáis una sola unidad. En el mundo es usual que si una persona toma un haz de varillas a la vez no logra quebrarlas, mientras que si [se] las toma de a una por vez, hasta un niño pequeño podrá quebrarlas. Así podemos ver que Israel no se redimirá hasta que sea una sola unidad, tal como dice: «la casa de Judá andará con la casa de Israel, y vendrán juntas desde la tierra del norte». «Vuestros jefes, vuestros ancianos»: A pesar de que os he designado jefes, jueces y guardias, todos vosotros sois iguales ante Mí, tal como dice: «todos los hombres de Israel». Otra posibilidad: todos sois mutuamente corresponsables, y si hubiere un solo justo entre vosotros, todos estaréis por el mérito de él. Y no sólo vosotros, sino el mundo todo, tal como dice: «el justo es un basamento eterno». Cuando uno solo peca, toda la generación adolece, tal como se puede ver en el caso de Acán (Jos. 7, 1; 7, 18; 7, 24 y 22, 20) (Acán, el hijo de Zera, violó la prohibición; pero todo el pueblo sufrió las consecuencias). Por el contrario, en el caso de una buena acción de un Justo se recibirán bendiciones.[3]

 Una de las ideas más difundidas en el judaísmo sobre la presunta ubicación de las tribus perdidas es un misterioso lugar denominado Sambatión (o «más allá del río Sambatión»), aparentemente en el continente africano:

Les haré el bien. “He aquí que eres hermosa” en acciones de caridad, e Israel dice: “He aquí que eres hermosa, amada mía”, cuando te liberes de la idolatría. “Dulce bien”: Cuando recompenses a quienes te reverencian. “También nuestro lecho”: Estas son las diez tribus que marcharon al exilio allende el río Sambatión, y el exilio de Judá y Benjamín habrá de ir hacia ellas para traerlas, para que junto con ellas accedan a los días mesiánicos y a la vida eterna que vendrá, tal como dice: “En aquellos días la casa de Judá andará con la casa de Israel”.[4] [La negrita es del autor]

Según este midrash, es el exilio de la casa de Judá (actualmente, la parte de la casa de Judá que aún permanece en el exilio) el que saldrá a buscar a la casa de Israel dispersa, como profetiza Isaías:

Y vendrán muchos pueblos que dirán: “Venid y subamos a la montaña del Eterno, a la casa del D”s de Jacob, y nos enseñará Sus caminos y andaremos en Sus senderos”, porque de Sión saldrá la Torá (Ley), y la palabra del Señor desde Jerusalén. Y juzgará entre las naciones y decidirá por muchos pueblos; y convertirán sus espadas en arados, y sus lanzas en hoces (Is. 2, 3-4).

 Esta profecía parece hacer referencia a una nueva interpretación o a una nueva visión de la perenne Torá que el pueblo de Israel recibió en el desierto de Sinaí, y esta nueva comprensión tendría su origen en Sión y en Jerusalem:

¿Qué significa diciendo a los prisioneros ¡Salid!? Tres exilios recayeron sobre las diez tribus: un exilio en Sambatión; uno más allá de Sambatión, y la distancia que media entre la Tierra de Israel y Sambatión es igual que la que media desde Sambatión hasta allí; y uno a Rejiva de-Ravlata.[5]

Estos sitios de dispersión, que no figuran en los mapas ni en los textos de geografía, parecen ser alusiones simbólicas. Una hipótesis sostiene que estos nombres podrían explicar la naturaleza del exilio, sin referirse a lugares precisos e inalterables a lo largo de 2700 años.

Se pasará ahora a considerar una propuesta del Maharal[6] de Praga sobre el lugar de dispersión de las diez tribus:

Y con respecto a la afirmación de que los ha exiliado antes del río Sambatión, este midrash significa que las diez tribus han sido exiliadas a un lugar muy remoto, tal como dice en el Deuteronomio 29, 27: “para arrojarlos a otras tierras, como hoy”, hasta que resulte imposible llegar a ellos. Y ha quedado demostrado, tal como dice en la Guemara (Sanedrín 94 a). Los exilió en un país africano, al que no se puede llegar, tal como se señaló anteriormente (en la cita antes mencionada Talmud Babli, Tratado Sanedrín 94 a). Y con más razón a los montes nevados (Sanedrín, ibíd.), lo que significa aún más lejos que eso, y la distancia ciertamente no es pequeña. Hay quienes dicen que los sabios de las naciones son quienes han escrito sobre cada lugar en la faz de la tierra, y no hay ningún lugar que no haya sido registrado en sus libros, y todo les resulta conocido, pero no hay un lugar conocido como el de las diez tribus. Y no hay allí prueba de esto, pero su boca se abrirá porque es posible que exista un lugar en la Tierra que no les sea conocido, porque no toman en cuenta las montañas y otras cosas similares. Y ya habían dicho que existe un lugar lejano, que en su lengua llaman “nuevo mundo”, antes desconocido. Y así, es posible que encuentren otro lugar en el que haya personas, pero al que no se pueda llegar. Con más razón puesto que este exilio de las diez tribus a otro país se ha producido por el designio de D”s, que ha decretado “arrojarlos a otras tierras, como hoy”; y este es un designio de D”s, Bendito Sea, para que no se conozcan y no vuelvan a reunirse, hasta el fin de los tiempos, y no antes. Para ello, así como había decretado la separación y la dispersión de Israel por todos los confines de la tierra, también decretó la diferencia y el apartamiento los unos de los otros, para que no vuelvan a reunirse hasta el fin de los tiempos, cuando se reunificarán por completo, pero no antes de ello. Porque si se los conociera, eso sería un principio de unión y reunificación de Israel, cuando se conociera su lugar. Pero D”s, Bendito Sea, ha impuesto a Israel la separación y la diferencia, hasta que Su Voluntad Bendita sea que se cumplan las palabras de Isaías 27, 13: “Y que vendrán los que se perdieron en la tierra de Asiria” […] Y esta imposición divina es el freno que nos impide encontrar ese lugar.[7] [La negrita es del autor]

 Al respecto, se pueden efectuar las siguientes observaciones, relevantes para el tema que se está abordando:

  1. Según el Maharal, Sambatión significa un lugar de exilio “muy lejano”, y no un lugar geográfico conocido pero inaccesible.
  2. De todos los sitios conocidos por los sabios de las naciones, no hay ninguno definido como el lugar de dispersión de las diez tribus.
  3. Pronto se tendrá conocimiento de un lugar llamado “Nuevo Mundo”, que era desconocido para los sabios de las naciones, en donde posiblemente habite más gente.
  4. Sea como fuere, además del castigo por los pecados cometidos, uno de los principales objetivos del exilio consiste en mantener separadas las dos partes del pueblo, la casa de Judá y la casa de Israel, hasta el fin de los tiempos, época en la que habrán de reunirse definitivamente (cuando se conozcan los puntos de encuentro) para no volver a separarse jamás.

Luego de este análisis, y para poner fin a la relatividad del concepto “Sambatión”, se encarará la profecía de Jeremías desde otro punto de vista:

En aquellos días irán de la casa de Judá a la casa de Israel, y vendrán juntas desde la tierra del norte a la tierra que os he dado por herencia a vuestros padres. (Jer. 3, 18)

 Esta profecía, que debería ser la base de toda búsqueda teológica de las diez tribus, enseña que el encuentro entre las dos casas se producirá en la “tierra del norte”. Nuevamente, en la medida en que “Sambatión” constituya una referencia a lo misterioso del lugar donde se encuentran las diez tribus, sólo podría ubicarse al norte de Israel; conclusión legítima según la interpretación literal del texto. Si bien tzafón (norte) se puede leer también como tzafún (oculto, secreto), ninguna interpretación del texto puede contradecir el sentido literal, sino que debe complementarlo.

Por el momento, no se expondrá sobre la necesidad de que ambas casas se mantengan separadas hasta “el fin de los tiempos”; sólo se tratará de demostrar que el lugar del destierro no es una zona estática, es decir, de estadía permanente, sino que se trata de un exilio en movimiento. Para ello se tomarán como base las interpretaciones rabínicas sobre la profecía de Abdías (Ovadia):

Y los cautivos de esta hueste de los hijos de Israel, los que están entre los cananeos hasta Sarfat y la cautividad de Jerusalén, que está en Sefarad, poseerán las ciudades del sur. (Abd. 1, 20).

Según el comentario de Rashí a este pasaje del libro de Abdías, la casa de Israel habría sido desterrada a Francia, y la de Judá, a España.

“Los hijos de Israel, los que están entre los cananeos hasta Sarfat”: es el exilio de los hijos de Israel, las diez tribus que marcharon al exilio a la tierra de los cananeos hasta Sarfat. “Y la cautividad de Jerusalén, que está en Sefarad” son los hijos de Judá, que marcharon al exilio a Sfarad. Ellos “poseerán las ciudades del sur”, al sur de la Tierra de Israel, y quienes lo interpretan dicen: Sarfat es el país que en lengua extranjera se llama Francia; Sfarad fue traducido por Yonatan como Aspamia (España).[8]

Interpretando lo anunciado por el profeta Abdías, la tradición judía determina en decenas de fuentes el lugar del exilio de las diez tribus en ciertas regiones de Europa. Ya se ha visto que, según Rashí, se extendió hasta Francia. Por su parte, Ibn Ezra[9] afirma que una tradición oral sostine que en Alemania viven los cananeos que habían huido de los hijos de Israel cuando estos llegaron a Canaán, la Tierra Prometida:

De boca de los grandes sabios hemos oído que Alemania es el país de los cananeos que habían huido de los hijos de Israel cuando estos llegaron a su tierra. Asimismo, Sarfat es Francia, y en la traducción de Yonatan Ben Uziel, Sfarad es Aspamia; este es el exilio de Tito.[10]

Se propone un último ejemplo, tomado de un texto en el que Radak hace su interpretación sobre la profecía de Abdías 1, 20, citando una tradición tomada de la Cábala:

Es decir, los que marcharon (las diez tribus perdidas de la casa de Israel) y están con los cananeos hasta Sarfat, que los envió al exilio en otras tierras, y esos son los pueblos de Alemania y Escalonia y Sarfat, llamada Francia, y Sfarad, llamada España. Y los hijos de Jerusalén (son los judíos o casa de Judá, cuyo exilio llego hasta España en la época de la destrucción del Templo de Jerusalem por las huestes de Tito) son los que marcharon al exilio en Sfarad, y otros partieron al exilio en otras tierras conocidas que estaban bajo su dominio, y se dispersaron por las tierras. Y de esas tierras se exiliaron quienes estaban en las tierras de Ismael. “En la Cábala se dice que los hijos de Alemania eran cananeos, porque cuando el cananeo huyó de Josué, tal como dice en el Libro de Josué, marcharon a la tierra de Alemania y Escalonia, llamada la tierra de Askenaz; y hasta el presente se los llama cananeos. Yonatan tradujo este versículo así: “Y el exilio es lo impuesto a los hijos de Israel […]: «Entre los cananeos»”.

En síntesis, vemos que, según una tradición judía muy importante, las diez tribus se encontraban (en tiempos de Radak y otros sabios) en Europa, más específicamente en la región habitada por los cananeos, que corresponde a Alemania.

Los sabios identificaron a Amalek como cananeo. Se verá más adelante que se trata de los cananeos que viven (o vivían) en Alemania a pesar de los diferentes orígenes de ambos pueblos (Amalek desciende de Esaú -Esaú-Elifaz-Amalek-, hijo del patriarca Isaac y hermano del patriarca Jacob; en cambio, los cananeos no pertenecen a esta descendencia. Más adelante se explicará cómo la simiente de Esaú se mezcla entre los cananeos). Los argumentos para dicha identificación se encuentran en las siguientes fuentes:

[…] tal como dice en Números 13, 29: “Los amalecitas viven en la tierra del sur”. Y cambió de idioma para hablar en la lengua de los cananeos; esta decisión por parte de Amalec permitió que los amalecitas sean confundidos como cananeos y posibilitó que los hijos de Israel oraran al Santo, Bendito Sea, para que pusiera a los cananeos en sus manos (a pesar de que) ellos no eran cananeos, ya que los hijos de Israel tenían prohibido luchar contra la descendencia de Esaú, puesto que este era hermano de Jacob (Israel). Israel vio que sus vestimentas eran como las de los amalecitas y que su lengua era como la de Canaán, y se dijeron: Oremos, tal como dice: “Si nos entregas a este pueblo en nuestra mano”(Rashí, sobre Números 21, 1). Y  luchó Amalec contra Israel […]: ¿Por qué se los llamó cananeos? Porque los hijos de Israel tenían prohibido luchar contra los hijos de Esaú (porque Esaú es hermano de Jacob y en principio está prohibido luchar contra un hermano; ahora bien, cuando “Esaú” o su nieto Amalec atacan a Israel y ponen en peligro su vida, D”s permitió luchar contra ellos como si fueran cananeos ya que estaban mezclados con ellos y colaboraban con Amalec), tal como dice en Deuteronomio 2:5: “No peleéis contra ellos porque no os daré” […] Cuando Amalec llegó y peleó contra ellos en otra ocasión, el Santo, Bendito Sea, les dijo que no les estaba prohibido ya luchar contra los hijos de Esaú, porque estos eran ya para ellos como los cananeos, tal como dice: “[…] destruirás a esos pueblos, o sea los heteos, los amorreos, los cananeos” […] (Deuteronomio 20, 17). Por eso se los llama cananeos, porque desde siempre Amalec ha sido un látigo punzante para Israel, porque estos habían dicho: “¿Está el Eterno con nosotros, sí o no?” (Éxodo 17, 7); por eso dice de inmediato: “Y vinieron los amalecitas” (Éxodo 17, 8).[11]

Se debe además tener en cuenta que en Gn. 36, 1 se afirma: “Esaú es Edom”, es decir, el abuelo de Amalek. Por consiguiente, el territorio en el que se encuentra principalmente Amalek (Canaán) es denominado Edom, y el exilio de las doce tribus de Israel se denomina Galut Edom (así como el de las diez tribus perdidas de la casa de Israel, o al menos una gran parte de ellas), que corresponde al territorio del antiguo Imperio Romano:

El Malbim[12] escribe al respecto:

“Visión de Abdías […] a Edom”: Edom causó daño a Israel con la destrucción del Primer Templo, porque se regocijó con la derrota de Israel y con la destrucción del Santuario. Posteriormente, en tiempos del Segundo Templo, que fuera destruido por los romanos, llamados Edom porque la ciudad de Roma había sido poblada por hijos de Edom, y porque más adelante su fe fue consolidada por hijos de Edom, tal como lo señaló con evidencias en Isaías 34, y también los hijos de Edom que Herodes introdujo en la fe judía con la circuncisión y el baño ritual, colaboraron con la destrucción y se convirtieron en enemigos. Más adelante se difundió su fe bien conocida, y todos los miembros de esa grey fueron llamados Edom. Bajo ese yugo Israel padeció el exilio e innumerables muertes durante mucho tiempo.[13]

El sagrado libro Hashla (Levítico) afirma que los exiliados de Israel en territorios bajo el dominio de Ismael (el Islam) son también considerados Exilio de Edom (Galut Edom):

“Tú abres Tu mano”. Y ahora, también por medio del poderoso Edom, porque también quienes se encuentran bajo el dominio de Ismael son llamados exilio de Edom, tal como lo escribió Rambán[14] en Parashat Balak [una de las partes de la Torá que se leen en las sinagogas los días sabados].[15]

 Para resumir: se ha podido comprobar que, de acuerdo con las enseñanzas de los sabios, hasta antes del descubrimiento del “Nuevo Mundo”, gran parte de las diez tribus se encontraba en territorios del antiguo Imperio Romano junto o, mejor dicho, mezclada con la descendencia de Esaú. Esta conclusión no elimina la posibilidad de que miembros de las tribus de Israel se encuentren en otros lugares del mundo, así como los hijos de Esaú. Sin embargo, el líder de las diez tribus debería encontrarse en Europa o en lugares lejanos pero de rápido acceso al campo de batalla, ya que el campo de batalla entre los hijos de Israel y los hijos de Esaú fue, principalmente, el territorio de la actual Europa.

Esta opinión se basa en la tradición de que la simiente (la descendencia) de Esaú solamente puede ser derrotada por la de José. Si bien Efraín y Menases son los hijos de José (simiente de José), el líder de la casa de Israel es Efraín. Y dado que existe, también, una tradición rabínica que se refiere a toda la casa de Israel con el nombre genérico de Efraín, se puede interpretar, extrapolando, que la lucha contra Edom es un rol de toda la casa de Israel.

En el Talmud Babli, Shmuel Bar Najmani escribió:

“Y ocurrió, cuando Raquel tuvo a José” […] Nuestro patriarca Jacob vio que la simiente de Esaú sólo puede ser derrotada por de la simiente de José, tal como dice: “Y la casa de Jacob será un fuego, y la casa de José una llama, y la casa de Esaú hojarasca” […].[16]

 En su exégesis del libro de Abdías, Radak (entre otros) se identifica con esta interpretación talmúdica:

El texto es ambiguo, porque la casa de Jacob es llamada la casa de José desde que la monarquía le fue arrebatada, pero en el futuro habrá de ser restituida. Nuestros rabinos, de bendita memoria, interpretaron que se evoca a José, porque la simiente de Esaú sólo cae (es derrotada) por mano de José, o a manos de la simiente de José.[17] [La negrita es del autor]

Con respecto a Efraín, dice otra fuente:

¿Qué significa «de Efraín vinieron»? Nuestros rabinos, de bendita memoria, dicen: El Santo, Bendito Sea, dijo: [de Él] [de Mí] era esto desde los tiempos de Moisés, tal como dice en Éxodo 17, 7: «Y le dijo Moisés a Josué [Josué es descendiente de la tribu de Efraín]: Escoge» […] ¿Por sí mismo le dijo eso? No, sino por boca de D”s. Josué pudo borrar la simiente de Amalec a partir de ese momento: De Efraín vinieron aquellos que se separaron de [esto significa que la tribu de Efraín estaba mezclada con la simiente de Esaú –Amalec- y se separa de él y lucha contra este] Amalec.[18]

Otra interpretación sostiene :

«De Efraín: ¿Por qué los hijos de José se separan de Esaú? (ya que estaban mezclados con ellos) José era odiado por sus hermanos, tal como dice en Génesis 37, 4: «lo odiaron» [sus hermanos], y él convirtió ese odio en amor. Esaú convirtió su amor a Jacob en odio. El Santo, Bendito Sea, dijo: Que venga José a separarse de él.[19]

Y se ofrece un ejemplo más:

Los hermanos de José pecaron contra él y lo hostigaron, y estaban persuadidos de que los odiaría tal como ellos a él, y que acaso los hostilizaría (Génesis 50:15); pero él no se comportó de esa manera, sino que les devolvió bien por mal. En cambio, Esaú odiaba a Jacob, tal como dice en Génesis 27, 41: «Y odió Esaú a Jacob», pero Jacob no se comportó de esa manera sino que le dijo con respecto a esa bendición: Tú me odias pero ella te ha sido dada; «hazme el favor de aceptar esta bendición mía que se te brinda» (Génesis 33, 11). A pesar de ello, Esaú no extirpó el odio de su corazón, y el Santo, Bendito Sea, dijo: Vendrá José, que ha extirpado el odio de su corazón, y se apartará de Esaú, en cuyo corazón ha arraigado el odio.[20]

 Radak explica también que, en su época, en territorio de Edom (el Imperio Romano) ya no quedaba una mayoría de edomitas y ofrece otra interpretación sobre la profecía de Abdías 1, 1:

«Visión de Abdías». No sabemos en qué época profetizó; la opinión de nuestros rabinos, de bendita memoria, es que se trataba de Abdías, el padre de Acab; y hay quienes dijeron que Abdías era un converso edomita y que profetizaba contra Edom […] Toda su profecía se refería a Edom, y dijo que con la destrucción de Edom se produciría la salvación de Israel. Su profecía terminó y esta profecía se produjo en tiempos del Segundo Templo, cuando los hijos de Edom causaron daño a Israel destruyendo el Segundo Templo, tal como lo habíamos explicado en la profecía de Amós en el episodio sobre las tres transgresiones de Edom. Este profeta profetizó que el Santo, Bendito Sea, habrá de compensarlo en el final de los días, cuando Israel ascienda desde el exilio (a la Tierra de Israel), y la tierra de Edom no es, ya, hoy de los hijos de Edom unicamente, porque las naciones se han confundido y la mayor parte de ellas se cuenta entre la fe de los cristianos y la de los ismaelitas, y no se podrá reconocer cuál de ellos es de Edom, de Moab, de los hijos de Amón o de las demás naciones, porque todas fueron exiliadas de sus tierras y se mezclaron con las demás naciones. Pero el Imperio Romano en sus comienzos estaba formado en su mayoría por hijos de Edom. Lo que dijeron los profetas sobre la destrucción de Edom en el fin de los días lo dijeron tal como lo expliqué en Isaías, en la parte que dice: «Acercaos, naciones, para oír», y así lo dijo Jeremías en el Libro de las Lamentaciones: «El castigo de tu iniquidad está cumplido, oh hija de Sión. El no te llevará más al cautiverio. El castigará tu iniquidad, oh hija de Edom».

 A pesar de esta explicación de Radak, existe consenso respecto de que una parte importante de Edom permaneció en ese territorio de Edom al que llama «Germammia» (nombre de Germania en arameo).

En el libro Beurei Agadot (Afikei Yam), Meguilá, 6: 2, se afirma:

 Y en el futuro que vendrá, cuando se unan los dos mesías, allí pacerá el becerro del mesías de la casa de José y allí se acostará el mesías de la casa de David, que es un león, tal como dice: » allí pacerá el becerro y allí se acostará» […] (Is. 11, 6); entonces «todos los obradores de iniquidad serán esparcidos. Y eso dice en el libro de Daniel 7, 19 con respecto a la cuarta bestia, «cuyos dientes eran de hierro y sus uñas de bronce»; que significa que la raíz surge del pecado de la venta de José, eso es “cuyos dientes eran de hierro”; y las diez gotas que destilan de los diez dedos de las patas son las uñas de bronce, que devoraba, descuartizaba y aplastaba los restos con sus pies, con los dedos y las uñas de sus pies; eso significa después de haberse unido a Ismael, tal como dice allí, los dedos de hierro, etc. Y si, D”s no lo permita, hubiese una unión estrecha entre ellos, el mundo sería destruido, pero El, Bendito Sea, con su misericordia previó desde el principio la existencia del demonio, atado como un perro y domeñado sin ninguna unicidad, por lo cual su fuerza no puede destruir por completo el límite de la santidad. Al respecto dijo Jacob: «No hagas prosperar sus maldades».

  En otra fuente del Talmud Babli[21] puede leerse lo siguiente:

[…] esa es la causa de Edom; la pequeña Roma es la fuerza de Ismael que le hace frente; y allí dice que si no fuera por la salida de ellos, eso es lo que dice, que eran reyes, etc., están en Ismael y en Edom, en gran cantidad. Es un asunto importante que toda la fuerza del demonio consiste en hacer pecar a Israel, y ese es todo su poder. (Baba Batra 16 a). [La negrita es del autor]

  Por su parte, en el libro Nétzaj Israel, el Maharal de Praga explica también el sentido del midrash:

Los sabios del midrash nos explican sobre la cuarta bestia. Porque Jacob vio el ascenso de los primeros tres reinos, y también vio su descenso. A excepción del cuarto reino, cuyo ascenso vio, pero no su descenso. Eso fue así porque a los demás reinos D”s, Bendito Sea, les concedió el descenso en este mundo; por eso Jacob, que en ese momento estaba en este mundo, vio el descenso de ellos. Pero el cuarto reino desciende del mundo superior, y D”s, Bendito Sea, por sí mismo lo hizo descender, tal como dice en Abdías 1, 4: “A ti que haces tu nido tan alto como el del águila […] te bajaré de allí”.[22]

En el Talmud Babli, Rabí Ytzhak pregunta:[23]

¿Por qué dice en Salmos 140, 9: «No concedas, oh Eterno, los deseos inicuos, no hagas prosperar sus maldades, no sea que se exalten a sí mismos. Sela»? Jacob dijo ante el Santo, Benito Sea: Señor del Universo, no permitas al malvado Esaú que exalte su corazón. «No sea que se exalten a sí mismos». Esa es Germammia de Edom; que si salieran destruirían todo el mundo. [La negrita es del autor]

 Debe saberse que, en opinión de los rabinos, de bendita memoria, poseedores de la verdad, la fuerza de la cuarta bestia [Edom-Amalec] proviene de la lumbrera mayor  [Génesis 1, 16] y rinde sus cuentas al sol. Y Jacob es llamado pequeño y rinde sus cuentas a la lumbrera menor: la Luna [ibíd.]; por eso se llama “Edom” [en hebreo, “rojo”; y Edom se escriben de la misma forma, o sea que existe una relación entre el color rojo y el pueblo de Edom-Amalec]. En el midrash Bereshit Raba 63, 12, dice que su comida era roja, tal como dice en Génesis 28, 30: «Permíteme comer este potaje rojo». Su tierra es roja, tal como dice en Génesis 32, 3: «la Tierra de Seir, al campo de Edom». Sus héroes son rojos, tal como dice en Nahum 2, 4: «el escudo de sus valientes se ha vuelto rojo «[…] sus vestimentas son rojas.

 En nuestros días, resulta fácil identificar la Germania (o Alemania) nazi con la “Germammia de Edom” del Talmud (Tratado Meguilá 6: 2): la bandera nazi era de color rojo; la cruz gamada es un símbolo solar y su principal objetivo consistía en destruir al remanente del Israel visible (la casa de Judá), ya que con su eliminación se perdería la posibilidad de redención para todas las tribus de Israel y para el mundo entero.

Para la tradición judía, sólo cabe la posibilidad de que la derrota de estos edomitas en la Segunda Guerra Mundial haya sido causada por la simiente (los hijos) de José, Efraín y Manasés, y quizás, extrapolando, por integrantes de las diez tribus (o parte de ellas) liderados por la tribu de Efraín. Desde este punto de vista, una gran parte de la casa de Israel (las diez tribus) se encontraría dentro de las potencias aliadas, principalmente los EE.UU., la Unión Soviética y Gran Bretaña, ya que fueron ellas quienes abatieron el Eje Roma-Berlín, o sea, a Edom, que representa simbólica (y no tan simbólicamente) al Imperio Romano que Mussolini quiso resucitar, y la Germania de Edom, es decir, la esencia pasada y presente de Edom.

Otro dato que brinda la tradición judía acerca de dónde se encontrarían las tribus que lideran la casa de Israel puede leerse en la interpretación que de Isaías 60, 22 (“El más pequeño vendrá a ser mil, y el menor una nación poderosa”) figura en el libro Kol HaTor,[24] según el cual el profeta “se refiere a la tribu de Efraín”. Una de las formas de identificar la tribu de Efraín consiste en buscarla entre los pueblos poderosos (goy atzum), más allá de las demostraciones ya realizadas. Más aún, la traducción moderna del concepto goy atzum sería, indudablemente, la de “gran potencia” o “superpotencia”. Este es un dato más que permite sostener que la simiente de José que derrotó a la Germania de Edom está dentro de las potencias (cristianas) que derrotaron al nazismo (incluida la Unión Soviética, que a pesar de su política atea circunstancial, estaba constituida en su mayoría por cristianos).

Este último análisis no elimina la posibilidad de que otras tribus, además de las de Efraín y Manasés, se encuentren en diferentes lugares de la Tierra, puesto que el kibutz galuiot (la reunión de las diásporas) se realizará desde los cuatro puntos cardinales.

Al respecto, el Sidur, el libro de plegarias, dice:

Bendito seas D”s. Toca el gran shofar para nuestra libertad. Eleva el estandarte de la reunión de nuestras diásporas. Y recógenos juntos a la brevedad de los cuatro confines de la tierra hacia nuestra tierra.

 Curiosamente, España o, en términos generales, la Península Ibérica, que sería el lugar de la dispersión original de la casa de Judá, no participó en esta guerra (es cierto que en los ejércitos aliados y entre los partisanos participó alrededor de un millón de soldados judíos, pero estos no formaron parte de un ejército judío).

Otro enfoque acerca de la interpretación de Radak sobre Abdías 1:1 consiste en resaltar la enseñanza de que, con la destrucción de Edom, se logrará la redención de Israel. Más aún: según Radak, la destrucción de Edom parece ser una condición previa al logro de la redención. Por consiguiente, no sería casualidad que la victoria de las potencias aliadas (la casa de Israel) sobre la Alemania nazi haya tenido como consecuencia la creación del Estado de Israel, exactamente tres años después (con una diferencia de días, posiblemente) de la derrota de la Germania de Edom.

Acerca de ello, se pueden extraer dos conclusiones:

  1. La creación del Estado de Israel no es consecuencia sólo de la Shoah, sino principalmente de la derrota de la Alemania
  2. Es claro que la derrota del nazismo no significa necesariamente la destrucción definitiva de Edom, ni como potencia física ni como poder espiritual. Los otros enemigos de Israel (Ismael y erev rav) tampoco han sido derrotados totalmente y siguen constituyendo un peligro existencial, físico y espiritual, no solamente para Israel sino también para la humanidad entera (libro Kol HaTor, págs. 80-81).

Existen actitudes clásicas de competencia, consciente o inconsciente (en este caso se puede afirmar que, básicamente, inconsciente) entre las dos casas, o sea, entre judíos y cristianos. Solamente con la comprensión mutua de ambas partes, que constituyen los miembros vitales de un mismo cuerpo (el pueblo de Israel) se podrá lograr su unión en el exilio, el ascenso (aliá) a la Tierra de Israel y la concreción de las profecías de redención final, no sólo para Israel sino también para el mundo entero.

Addenda

Se ha tratado de acercar al lector parte de la doctrina judía que permite formular hipótesis respecto del lugar en el que probablemente se encuentre la parte principal de la casa de Israel. En esta búsqueda surge otro aspecto de fundamental importancia: según los sabios, de bendita memoria, una condición sine qua non para la construcción del Tercer Templo será la concentración de las doce tribus en la Tierra de Israel.

En el libro de Zacarías se lee lo siguiente:

Y los que están lejos vendrán y construirán el Templo del Eterno, y sabréis que el Eterno de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Y ocurrirá esto si escucharéis diligentemente la voz del Eterno vuestro D”s». (Zac. 6, 15)

 En su interpretación al versículo 15 de esta profecía de Zacarías el rabino David Altschuler,[25] conocido también por el título de uno de sus libros, Metzudad David, escribe:

«Los que están lejos vendrán»: a la casa futura, porque entonces reunirá a los dispersos de Israel y a la diáspora de Judá; vendrán desde lejos y construirán el Templo del Eterno. «Y sabréis»: En ese entonces sí sabréis que el D”s de los Ejércitos me ha enviado a vosotros a profetizar estas cosas, y que no salen de mi corazón. «Y si escuchareis» […]: Esto significa: Si obedeciereis la voz de D”s para marchar por sus senderos, en ese caso esto habrá de suceder en vuestros días, porque la intención de la redención de Babilonia consistía en que estuvierais en el lugar sagrado, el lugar más apto para servir a D”s y para orar ante Él por la redención total y completa, la redención del mundo; tal como dice en Jeremías 29, 11: «Por cuanto sé lo que pienso» […]; si hicierais eso, la redención sería verdaderamente completa. [La negrita es del autor]

Por su parte, el Malbim dice acerca de este mismo pasaje de Zacarías:

“Los que están lejos” significa que, si vienen los que están lejos, es decir, la casa de Israel, que ahora están lejos y no han vuelto en el tiempo del Segundo Templo; si todos se despiertan y ascienden como una muralla, y vendrán y construirán el Templo del Eterno, en ese caso sabréis que el Eterno me ha enviado a vosotros para profetizar; eso significa que se cumplirán los designios para los que D”s me ha enviado a profetizaros; pero eso depende de vuestras acciones. “Y ocurrirá” significa que eso sucederá si escucharais diligentemente la voz del Eterno vuestro D”s, en ese caso se cumplirán los designios de inmediato, y los que están lejos vendrán y se reunirán los dispersos de Israel, y construirán el Templo del Eterno, y la Corona será restaurada.

El Estado de Israel actual está conformado por la reunión de los exilios (el kibutz galuiot) de una parte importante de la casa de Judá. Si bien esta realidad es condición necesaria, aún está lejos de constituir una condición suficiente para la construcción del Templo de Jerusalem, que, a su vez, es requisito indispensable para la llegada del Mesías hijo de David y para la cristalización de la redención final del pueblo de Israel y de todo el mundo.

Sin embargo, contrariamente a la posición del rabino Altschuler (en Metzudat David) y del Malbim, el Zóhar afirma al final de la parashá «Jaiei Sará» (una de las partes de la Torá que se lee en las sinagogas los sábados) que primero se reconstruirán el Templo y Jerusalem, y luego regresarán las tribus dispersas (nidjei Israel) de la casa de Israel, a diferencia de lo que enseña el Malbim.

Se ha explicado que la casa de Israel tiene vedada la senda de la salvación por medio de la Ley y que sólo podrá hacerlo por la misericordia divina, a partir del momento en que comiencen los dos mil años mesiánicos.

[1]  Mishná,Tratado Sota, cap.5 mishná 1.

[2]  Talmud Babli, Másejet Sanhedrín, 97a y Talmud Babli, Másejet Avoda Zara 9a.

[3]  Yalkut Shimoni, Deuteronomio 29:1, continuación de la indicación 940.

[4]  Ibíd., Cantar de los Cantares 1, indicación 985.

[5]  Ibíd., Isaías 49, indicación 469.

[6]     Acrónimo hebreo del Rabino Judá Loew (1525-1609), renombrado talmudista.

[7]  Libro de Netzaj Israel, cap. 34.

[8]  Rashí, comentario a Abdías 1, 20.

[9]  Abraham Ibn Ezra (España 1089-1164), comentarista bíblico, filósofo, gramático y poeta.

[10]  Abraham Ibn Ezra, sobre Abdías 1, 20.

[11]  Midrash Tanjuma, Jukat, cap. 18

[12]  Acrónimo hebreo de Meir Leib ben Yehiel Michael (Volinia, 1809-1879), rabino y exégeta bíblico.

[13]  Malbim, sobre Abdías 1, 1.

[14]  Acrónimo hebreo de Rabí Moisés Ben Najmán (Najmánides) (España, 1194-1270), famoso rabino y talmudista medieval.

[15]  Hashla (Levítico), capítulo Torá Or del Libro Torat Cohanim .

[16]  Másejet Baba Batra 123 b.

[17]  Comentario de Radak sobre Abdías 1:18.

[18]  Pesikta Rabati, porción 13.

[19]  Ibíd.

[20]  Ibíd.

[21]  Tratado Meguilá 4, 6 b

[22]  Maharal de Praga, Nétzaj Israel, cap. 17

[23]  Tratado Meguilá, cap. 141.

[24]  Shklover, Hillel, op. cit., cap. 2, inciso 35, pág. 49.

[25]  Exégeta bíblico del siglo XVIII, nacido en Javorow, Galizia.

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